Ella quería intentarlo, pero no había nadie que le apoyara y le dijera: "Hazlo, que tú puedes."
Y creía que era una tontería arriesgarse, ya que según ella, nadie se iba a enterar de aquello, y decidió dejarlo pasar.
Aquella mañana tan soleada, tan bonita, se dijo a sí misma: "¿Y si lo intentas? ¿Prefieres no hacer nada o morir en el intento? Si lo piensas, tampoco es tanto, es un bache, que si lo arreglas, podrás seguir adelante sin tropezar de nuevo."
Se le pasaron millones de pensamientos aquel momento, pero, estaba indecisa, no sabía si debía o no, pensaba en si le iban a criticar por ello, o simplemente iba a ser una experiencia más.
Se volvió a rendir, lo volvió a dejar pasar, pensando lo mismo, que era absurdo.
Esa misma tarde, se le acercó un hombre mayor, y le dijo: "Si crees que va a causar una buena influencia en tu vida, hazlo, si no, tranquila, pero ten en cuenta que no hay tantas oportunidades en la vida." Y se marchó, la dejó pensativa algunos instantes.
Llegó a su casa, se sentó en el sofá, y empezó a pensar en todo, incluyendo lo que le dijo aquel señor.
Poco a poco, pensando y pensando, reconoció que aquel hombre tenía toda la razón del mundo, que valía la pena intentarlo, sabiendo que daría un gran paso en su vida.
Se arriesgó, pero lo logró, porque lo intentó, y desde entonces, cada vez que le preguntan, si deben o no hacer algo, ella siempre responde: "Haz lo que creas necesario, pero, por intentarlo no vas a perder nada."
No hay comentarios:
Publicar un comentario